Lía y el tesoro de Formentera
En la isla azul y clara,
donde el sol siempre jugaba,
vivía Lía, una gata
de bigote y pata blanca.
Ronroneaba en las dunas,
perseguía mariposas,
saltaba entre las arenas
como nube silenciosa.
Un buen día, en Es Caló,
halló un mapa del tesoro;
dibujado con conchas
y una flecha hecha en oro.
—“¡Aventura marinera!”
maulló Lía, entusiasmada,
y partió rumbo al misterio
con su cola levantada.
Cruzó pinos y senderos
camino al faro de la Mola,
donde el viento le cantaba
como amigo muy cercano.
Subió rocas, bajó cuestas,
vio lagartos al solcito,
y hasta un pez saltarín
le guiñó un ojo travieso y bonito.
Llegó al borde de un acantilado
donde el mapa terminaba,
y allí un cofre pequeñito
entre flores se ocultaba.
Lo abrió Lía con cuidado,
y encontró, para su sorpresa,
una nota que decía:
“El tesoro es la belleza
de la isla que has recorrido,
y el valor de tu aventura.
Sigue siempre descubriendo
con tu alma alegre y pura.”
Lía sonrió contenta,
la brisa le despeinó el pelo;
y bajó hasta la playita
a remojarse en el cielo.
Desde entonces, cada día,
en Formentera se pasea,
buscando nuevas historias
que contar a la marea.
Y si alguna vez la ves,
en la orilla o la ribera…
salúdala con cariño:
es Lía, la gata viajera.
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