Anubis y Ra: Los guardianes del sol

Publicado el 31 de agosto de 2025, 9:09

Había una vez, en un tranquilo pueblo donde el sol siempre brillaba, dos gatos muy especiales llamados Anubis y Ra.

Anubis era un gato negro como la noche, con ojos dorados que parecían estrellas. Le encantaba pasear por los tejados al atardecer y dormir en los rincones más oscuros de la casa. Era curioso, sabio y un poco misterioso.

Ra, en cambio, era un gato dorado como el sol, con una manchita blanca en la frente. Siempre estaba saltando, jugando y persiguiendo mariposas. Donde iba Ra, había risas y ronroneos.

Aunque eran muy distintos, eran los mejores amigos del mundo.

El Misterio del Sol Dormido

Una mañana, los pájaros no cantaban. Las flores no se abrían. Y lo más extraño de todo: el sol no salió.

—¡Miau! ¿Qué está pasando? —dijo Ra, asomándose por la ventana.

—Esto no es normal —respondió Anubis, con sus ojos brillando en la penumbra—. El sol nunca llega tarde.

Decidieron investigar.

Primero fueron al bosque a preguntarle al búho sabio.

—Tal vez el sol está triste —dijo el búho, bostezando—. O alguien lo ha escondido…

—¡Esconder el sol! —exclamó Ra—. ¡Eso suena como una aventura!

Anubis entrecerró los ojos. Ya tenía una sospecha.

El Viaje al Valle de las Sombras

Guiados por una luciérnaga brillante, los gatos llegaron al Valle de las Sombras, un lugar donde todo era gris y silencioso. Allí encontraron a un pequeño espíritu oscuro, temblando junto a una roca.

—¿Has visto al sol? —preguntó Anubis con voz suave.

—Sí… —susurró el espíritu—. Lo encerré en una caja. Tenía miedo de su luz… me hace sentir… invisible.

Ra se acercó y le dio un suave cabezazo amistoso.

—Pero el sol no quiere herirte. ¡Quiere compartir su calor contigo!

Anubis asintió.

—La luz no está para asustar… está para que podamos vernos unos a otros. Incluso a ti.

El pequeño espíritu dudó, pero luego abrió la caja.

El Regreso del Sol

De la caja salió una luz tan cálida y hermosa que iluminó todo el valle. Las sombras bailaron felices, y el espíritu oscuro sonrió por primera vez.

—Gracias, Anubis y Ra —dijo—. Ahora entiendo que también puedo brillar.

Los gatos regresaron al pueblo justo cuando el sol asomaba en el cielo.

Los pájaros cantaban. Las flores se abrían. Y los niños salían a jugar.

Desde ese día, todos sabían que el sol no solo brilla en el cielo… también brilla en el corazón de quienes ayudan a los demás.

Y si alguna vez ves a dos gatos, uno negro como la noche y otro dorado como el sol, corre a saludar: quizás sean Anubis y Ra, los guardianes del sol.


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